Como me gustaría poder inventar ciudades con la facilidad de Italo Calvino, e irles dando nombre de mujer. Cada una de ellas sería completamente distinta a las demás, con un alma propia, y un rostro. Con sus curvas, sus encantos y sus secretos. Habría que recorrerla cual viajero para poder conocerla, e intimar con ella para conseguir sus favores y su atención.
Hace mucho que leí Las Ciudades Invisibles, pero a veces las recuerdo como si las hubiera visto, a alguna de ellas desde lejos, tras la bruma, o la niebla o tras una nube de arena, porque mi imaginación es escasa y necesita de la abstracción para hacerlas real. O porque fueron reales y realmente las vi.
Como me gustaría poder inventar ciudades. Ciudades de cúpulas naranjas y calles estrechas, ciudades con olores propios, con ríos y puentes. O ciudades de arena y polvo, sin sombras, con gentes que duermen y comienzan sus vidas al atardecer...
Hace mucho que leí Las Ciudades Invisibles, pero a veces las recuerdo como si las hubiera visto, a alguna de ellas desde lejos, tras la bruma, o la niebla o tras una nube de arena, porque mi imaginación es escasa y necesita de la abstracción para hacerlas real. O porque fueron reales y realmente las vi.
Como me gustaría poder inventar ciudades. Ciudades de cúpulas naranjas y calles estrechas, ciudades con olores propios, con ríos y puentes. O ciudades de arena y polvo, sin sombras, con gentes que duermen y comienzan sus vidas al atardecer...
"Si queréis creerme, bien. Ahora diré cómo es Ottavia, ciudad-telaraña. Hay un precipicio entre dos montañas abruptas: la ciudad está en el vacío, atada a las dos crestas con cuerdas y cadenas y pasarelas. Se camina sobre tos travesaños de madera, cuidando de no poner el pie en los intersticios, o uno se aferra a las mallas de cáñamo. Abajo no hay nada en cientos y cientos de metros: pasa alguna nube; se entrevé mas abajo el fondo del despeñadero.
Esta es la base de la ciudad: una red que sirve de pasaje y de sostén. Todo lo demás, en vez de elevarse encima, cuelga hacia abajo; escalas de cuerda, hamacas, casas hechas en forma de saco, percheros, terrazas como navecillas, odres de agua, picos de gas, asadores, cestos suspendidos de cordeles, montacargas, duchas, trapecios y anillas para juegos, teleféricos, lámparas, macetas con plantas de follaje colgante. Suspendida en el abismo, la vida de los habitantes de Ottavia es menos incierta que en otras ciudades. Sabes que la red no sostiene más que eso."
Probablemente Italo Calvino nunca hubiera sido un gran urbanista, pero quién hubiera podido recorrer sus ciudades invisibles...
La ilustración (genial) es obra de Daniel Ubach. Os dejo el enlace a su página.http://danielubach.wordpress.com/